Tiempos aciagos


Curiosamente, el cocodrilo
tenía la piel de cocodrilo.

Y es que, mientras más pasan los días, es mayor el vacío que se manifiesta en torno a la existencia misma.

Me acomodo en tus labios: te beso. Estoy pendiente del dulzor de tu saliva y tengo pendiente por que goces.

El tono pausado entrecortado en ocasiones genera la angustia de la respuesta en el otro lado de la conexión.

Al observar mi mano, reflexiono acerca de su real uso en la evolución de la humanidad.

En cómo contribuyó, dicen, al crecimiento del cerebro.

Sé de la existencia del flujo sanguíneo y hasta creo percibirlo…

Es como contribuir a no sé qué...

Hay ventanas de filo de cielo que reflejan océanos y conejos.

Las plantas requieren de cultivo mientras la niña les canta y escucha ladridos de animales de barro, al sucumbir a los embates de sus pequeños hermanos de agua.

Siempre algo gotea pero solamente a través del grifo de la historia. 

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