Anillos de hilos

Anillos de hilos

Clarita, quien pastoreaba las ovejas con un cariño inusual, fue invitada a la kermesse (*) por Cande, el hijo de su padrino.
Ambos eran muy jóvenes. La vida les deparaba aún muchísimos eventos en sus desarrollos respectivos.
Ah, pero el primer amor, ay.

El muchacho acudió a la cita a la hora acordada.
Se encontró con una Clarita hermosa, jovial, que siempre dejaba entrever una sonrisa amable.
-¿Cómo le anda a uste', mi pastorcita?
-Contenta de verte, Candelario.
Le gustaba sobremanera escuchar su nombre mentado por ella.

'Camino presuroso hacia tus labios
imagen detonante del respiro
por eso cuando miro (a cada instante)
tu aliento rebosante de lindura
gozoso de existir me manifiesto'.

A pesar de su corta edad, manejaba un lenguaje calado, preciso y directo.

Llegaron al evento, en el que, como buena kermesse que se dignara llamar así, había de todo: la 'cárcel', para los ‘infractores’ de la ley, la tómbola de los regalos e infinidad de puestos de comida y dulces. En fin, sitios para pasar una mañana amena.

A los enamorados incipientes les llamó la atención el uso, en algunas parejas, de unos listoncitos coloridos que portaban orgullosos en sus dedos anulares.
Apenas intercambiaron un parpadeo, se dirigieron, de común acuerdo y ya abrazados, al 'registro civil' del festejo.

'Prendado de mi amada observo al mundo fatuo
resisto los embates de cielos y debacles
y el fuego de sus ojos re juega en corazones
azules rojos negros en muros ancestrales
plasmados con arcilla
a espaldas de la vida
hay troncos colosales
también en la campiña'.

Se casaron, en efecto, y se hicieron acreedores a los anhelados anillitos de tela.
En ese momento, ninguno de ellos envidiaba oros, diamantes o esmeraldas.
Llevaban la joya más preciada, de un material endeble y perecedero en apariencia.

'Hilo que conduces brillanteces
perteneces ya a mi vida
no importan devenires
sentires'.

Al cabo de los años, Cande se mudó a otra ciudad y Clarita contrajo matrimonio con un buen hombre.

Ah, pero ambos guardaron, hasta su muerte, aquel listoncito con el que pactaron su amor eterno.

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(*) En Latinoamérica, fiesta barrial con puestos análogos a ciertas instituciones de la polis.

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Comentarios

  1. Es fenomenal esta narrativa me llego al corazon recorde aquellos amores que tuve en la adolecencia y te hace recordar esas vivencias que parecian olvidadas por el tiempo pero al leer este poema se siente una grata emocion.

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