Rallas y rayos


Llegan los parroquianos y se enfrentan a los fragores de la ingesta de alcohol y perfume seductor. Pertenecen a la industria de la construcción; después de una semana de pesados trabajos, han recibido sus respectivas rallas (*).

Las damas del sitio forman parte de otro gremio: el que vende placer.

Eliel lidera el grupo masculino.

Con el otro hace lo propio Bárbara, la que tiene un cuerpo realmente escultural.

Cada conjunto recibe sus atenciones: ellos, la compañía y fingida comprensión; ellas, el pago correspondiente, real y contundente.

Eliel acaricia los rayos que Bárbara luce en el cabello, mientras que ambos, desnudos, en lo que menos piensan es en que ésta es tan solo una de las relaciones socioeconómicas existentes en la compleja sociedad judeocristiana y que contribuye al moderno trueque o reciclaje de los recursos monetarios.

Con el circulante adquirido por el sector femenino, éste realizará a posteriori una serie de compras que, al final, redundará en la posibilidad de la generación de sueldos, no sólo en el ámbito de la industria aquí esbozada, sino en toda la maquinaria económica a nivel nacional.

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(*) ralla: el pago semanal al que los trabajadores (principalmente del gremio de la industria de la construcción) se hace acreedor cada semana.

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