Preludio a la siesta de un fauno
Te olfateo
y reconozco mis dominios.
Territorio ganado
(no con guerra, por cierto).
Ésta es la posesión animal
más preciada de la especie;
producto
de evoluciones milenarias
desde las vivencias arbóreas del primate
hasta la fina selección del ente urbano.
Huelo
en ti
y encuentro mi par
portadora de esencias conocidas
(según la situación).
Siempre Mía.
Por ese aroma
me perteneces.
Y puedo o no
recorrer
la escala
como lo hizo Debussy.
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