Ignacio González Tejeda

  –un soneto cada cierto tiempo– El tiempo nos envuelve con cariño en estos despertares otoñales de climas coloridos y ancestrales Vivaldi con las cuerdas hace un guiño. Quisiera refugiarme en tu corpiño de vientos e instrumentos musicales muy cerca de los lácteos cardinales que sienten de este ser su desaliño. Preparo nuestro invierno con soltura volviendo a permitirnos los placeres los mismos que gozamos con dulzura. Retorno a degustar viejos quereres hoy vivo y reconozco tu hermosura destacas de entre todas las mujeres. ⓘ ™

A 3 años del temblor, vuelvo a publicar el siguiente poema - - - - - - - - - En medio de los hechos, reitero: la poesía  Derrumbes Miro la calle y no la veo sí  en cambio mucha gente presurosa. Se ha doblado el martes. El sol ilumina el polvo y a veces limpia el agua. Losas a manera de lápidas han tomado calles y avenidas y se han encaramado en mi vida como un camellón eterno eternamente habitado por el noble. No el de la nobleza –de la corte– sí el de noble corazón el que comparte y se parte el alma y su cuerpo para rescatar de los escombros la esperanza convertida en un aliento de vida. Es la cruda de la Tierra borracha el reposo del baile alocado es el nuevo día el nuevo sol el nuevo –ya viejo– olor a muerto. Es la lluvia que limpia el polvo y el sol que cambiará el mañana. Es ya el mañana –ya ha llegado– con su vestido de vida con su palabra en nuestras bocas de los muertos que nos dan la mano y el camino. Es ya el hoy la reconstrucción y el trabajo el compromiso. Es ya el hoy la c

A partir del anterior punto de inflexión que me convirtió en profesor hace algunos años, participo en este 2020 de un necesario replanteo, que le llamaré RENACIMIENTO POSMODERNO, el cual debe ser una catapulta para generar una nueva enseñanza en el futuro inmediato (pero, sobre todo, en el mediato), que tome todo tipo de herramientas que coadyuven en la formación del tipo de profesionales requeridos por nuestro país. Arq. Ignacio González Tejeda

  Llegó bella y radiante a su feliz encuentro con la vida, como artesana biológica que es, primigenia en el arte corporal más hermoso que jamás haya existido. – Allá afuera hay mucha muerte, desazón y tristeza, no en mí, sí en ellos  – sus palabras llevaban una fuerte carga de emoción y de sinceridad sin par. – Sí  – dijo él (el par): –  compiten entre todos, unos contra otros, por ver (según sus miradas perdidas) quién interpreta a tahnatos de la manera más tétrica y correcta.   Tiempo atrás, sus andanzas masculinas lo habían acercado a esos lúgubres conceptos, materializados en las actividades oscuras que ofrece la noche, con todos los peligros que conlleva. La mujer por cierto, también había dejado atrás esos bosques aparentes, pero áridos y pantanosos.   Al paso del tiempo ambos fueron recibiendo atisbos de luz, así como un nuevo conocimiento entre cósmico-espiritual y físico-mecánico, con lo que iniciaron el alejamiento definitivo de sus respectivos pasados. Esta

HeshuáCaic había guiado al clan Wampanuag a las tierras de la fertilidad. las enormes y maravillosas llanuras que poseían y disfrutaban con plenitud. La conformación de la tribu se gestó a partir de sus catorce hijos. Todos y cada uno de ellos eran portadores de las filigranas de jade que el Señor Caic les dispuso. MatlacóatlYohualli , la mujer de linaje iroqués, conocida también como la de Gracia de Día o TetenkajiBenatl , llevaba años peleando por su finca barrial. Ella era la única descendiente del sexo femenino del patriarca. Su madre y cuarta esposa del guía, CitlaltzinXochicóatl , se decía descendiente directa del creador de la "Gran Ley", el líder ottawa Pontiac Tótotl Pintado. MatlacóatlYohualli o TetenkajiBenatl no se sentía de raza Wampanuag pura, no tanto porque ella así lo hubiera decidido, sino porque sus numerosos hermanos de alguna forma la habían orillado a ese pensar. Una visión producida en uno de los ritos del inicio otoñal la iluminó y la