Llegó bella y radiante a su feliz encuentro con la vida
Llegó bella y radiante a su feliz encuentro con la vida, como artesana
biológica que es, primigenia en el arte corporal más hermoso que jamás haya
existido.
–Allá afuera hay mucha muerte, desazón y tristeza, no en mí, sí en ellos –sus palabras llevaban una fuerte carga de emoción y de sinceridad sin par.
–Sí –dijo él (el par):– compiten entre todos, unos contra otros, por ver (según sus miradas perdidas) quién interpreta a tahnatos de la manera más tétrica y correcta.
Tiempo atrás, sus andanzas masculinas lo habían acercado a esos lúgubres
conceptos, materializados en las actividades oscuras que ofrece la noche, con
todos los peligros que conlleva.
La mujer por cierto, también había dejado atrás esos bosques aparentes,
pero áridos y pantanosos.
Al paso del tiempo ambos fueron recibiendo atisbos de luz, así como un
nuevo conocimiento entre cósmico-espiritual y físico-mecánico, con lo que
iniciaron el alejamiento definitivo de sus respectivos pasados.
Esta reflexión la venían haciendo durante sus últimas experiencias
lúdicas maravillosas.
En esta oportunidad, la mujer replegó su camiseta hacia la parte
superior, dejando al descubierto unos pechos claros y robustos, producto de un
mestizaje cargado hacia los genes autóctonos; por eso él le decía
"India" y evocaba en el vocablo a las culturas pobladoras ancestrales
del sitio geográfico que habitaban.
Debido al succionar erótico posado en sus pezones, el hombre insistía en
llamarles "dulce miel", no sólo por el sabor de sobra conocido,
recorrido y degustado, sino por la analogía más precisa, al equiparar el hecho
con el libar floral de aves e insectos.
'No nos retiramos la ropa, sino que experimentamos, como siempre, alternativas (a manera de ejercicios lingüísticos –en varias acepciones–) en nuestro juego corporal. Iniciamos pues el reconocimiento presente ubicándonos en ese contexto de regresión y de planteos oscuros, ya que sólo así nuestra luz puede avanzar con energía propia.
Al ver su camisa entreabierta, se la moví un poco
hacia los lados, al tiempo que subía mi camiseta hasta abajito del cuello, con
lo que quedaron mis senos al aire.
Los pechos nuestros los unimos y comenzamos a frotar
mediante todo tipo de movimientos. Cada vez que mis pezones rozaban sus
tetillas, los primeros se erizaban al tiempo que sentía en su entrepierna la
respuesta varonil de la excitación.
Después de besar su boca, inicié el recorrido de un
trayecto descendente.
Lamí su cuello todo y después chupé sus tetillas. Mi
rostro se posó unos instantes en el centro vital, así, mientras escuchaba los
cardio latidos rítmicos, mis senos se untaban con el vientre de mi hombre'.
El espectáculo de la semidesnudez genera todo tipo de respuesta
estimulante. Mientras la mujer le retiraba algún exceso de ropa íntima, sus
senos ya jugaban con el recurso fálico del compañero, con el cual frotaba los
pezones y en ocasiones lo colocaba en medio del pecho.
No necesitaban hablar ni mirarse siquiera; ambos sabían la función que
les correspondía.
Cuando el pecho dulce miel descansaba en los muslos del par, la oralidad
femenina degustaba de un muy particular banquete que la sangre enardecida, la
de él, propiciaba con su justa dureza.
La lengua femenina subía y rodeaba, siempre lamía; sus labios húmedos
ejercían una sensible estimulación.
'El ver la manera en que mi India saborea el
producto de mi excitación, le da a su oquedad bucal un significado, no de
desborde, sino de acoplamiento sensual repleto de infinitas posibilidades
lúdicas'.
Los aromas que circulaban en torno a estos verdaderos amantes, hacían de
la escena un cuadro vivo con energía propia y singular belleza.
'Estar en cuclillas enfrente de mi él, no sólo me
postra con elegancia y aceptación, sino que reproduce la imagen misma de
nuestra entrega'.
Fluidos lácteos alimentaron deidades, por tanto bien portado actuar de
las ahora mieles conjuntas.
Portan ellos semblantes más allá de satisfacciones y placeres.
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Escrito en octubre de 2010
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