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Mostrando entradas de enero, 2019

Etnia, lengua y mestizaje

Cuando poso mi rostro en tu entrepierna, generalmente cierro los ojos. Ya he externado que mi nariz y boca se encargan de mirar; aunque es necesario mencionar a dos partícipes vitales y complementarios: la lengua y los labios. Durante un buen tiempo, mis comisuras se funden con tus pliegues vaginales. Nariz y lengua se introducen hasta prácticamente acariciar el clítoris, nunca como alternativa, sino como hecho esencial. Jugos y juegos entremezclados en una de las más enteras experiencias de compartimento corporal. Va a ser muy difícil que deje de gritarle al mundo la belleza de esta apasionada y pura degustación. Tus grandes formaciones óseas conducen en definitiva a las oquedades. Por eso es que tanta tinta he vertido en ello. Con la misma materia prima de nuestras desnudeces, cada día, Querida Mía, inventamos aromas nuevos, conjuntamente con los giros que aportamos a esta otra maravilla, la que se denomina lenguaje, de la que en estos momentos entiendo su etimología más

Descubridor

Cuando te quité el último ropaje ése el que nos impedía –al mundo y a mí– verte desnuda te descubrí. También lo hice al hurgar y encontrar ese potencial enorme, el que por alguna razón habías decidido mantener reservado. Y cuando te encontré, escondida entre inventos y trincheras, hice lo propio, ¿no lo crees? Así como cuando te lancé (y lo aceptaste) y juntos hemos andado este pequeño gran tramo de nuestra vida. Ah también apenas logré descubrirte el velo ahora gracias a eso las miradas –no sólo las nuestras sino todas– pueden fluir. ⓘ ™

El banquete más maravilloso

Era un tibio y exquisito amanecer de estío que tendía a transcurrir de igual forma que solía durante los tiempos últimos: con la lentitud típica y excesivamente parsimoniosa que, como ya se apuntó, se ha venido dando por los caminos palaciegos de la principal provincia terrenal. Unos cuantos segundos después del más hermoso e increíble despertar, el prodigio de la vida se manifestó lisonjero y bucólico, con la cálida liviandad que suele encontrarse muy cerca de estos lares. La primera impresión no pudo menos que ser veleidosa y de un sutil encanto. El ambiente impregnado de la brisa matinal propició el peculiar inicio: Los árboles frutales cumplieron a cabalidad al surtir el alimento más dulce y jugoso que jamás antes pudo haberse deleitado. La compañía floral encantaba el lugar de una manera suave y elegante, al emitir su colorido tierno e impregnar el mágico aroma de la eternidad. La caída de agua brindaba el sonido delirante del golpeteo hueco y repetitivo que reflejaba

El ahogado que nos traía caracoles

Los más grandes, recuerdo, amarraban uno de nuestros tobillos a una cuerda y ésta, en la otra punta, a un palo de ésos que se encuentran enterrados en la arena.  Esto lo hacían siempre que alguien se ahogaba para que no nos acercáramos "a mirar cosas desagradables". Así fue cuando lo del teniente. Todos dicen que se lo llevó el mar; aunque no se sabe porqué.  Le decían el teniente, no porque ostentara dicho grado militar, sino porque sabía poseer las cosas; en realidad gozaba el tenerlas. Todos los fines de semana, los sábados, desde temprano le dábamos para la playa. No recuerdo desde cuándo, sólo que, si podíamos, hasta antes del amanecer llegábamos. Nosotros, éramos tres: el Julián, el Rubi y yo; aunque, a veces se nos juntaban Manolo y su hermano el Tachi. El Julián se llamaba Julio y Manolo, Manuel; pero lo que son Rubi y Tachi, nunca supe sus verdaderos nombres. Y eso que nos veíamos casi a diario. No guardo en mi mente imágenes del pueblo; es más

Magnolias

Se dice que provenían de tierra firme, pero la realidad se desconoce hasta la fecha. Lo cierto es que fueron de los principales artífices del cambio. Pertenecían al formato de los primates; los mismos seres que degeneraron en la decrépita y depredadora raza humana. Cuando ésta determinó el exterminio, dicha especie, ya floral, esparció una sustancia por todo el globo terráqueo; fue algo parecido a un establecimiento territorial, como antaño hacía el género animal, principalmente canino. En las orillas de un manantial en tierras de oriente (cerca de Marisma, la Atlántida moderna), fue el sitio en donde se inició su proliferación. De allí, ya todo se dio de manera incontrolable. Cuentan que la arena parecía disolverse, dando paso al dominio de los líquidos. En los anales acuáticos, sin embargo, existen imágenes digitales tridimensionales que describen perfectamente el motivo de su adoración. ⓘ ™

Red

Aracné era una humilde tejedora que habitaba en la región meridional de la comarca; era de una belleza singular y además poseía unas manos maravillosas. Su verdadero nombre era Helena pero, como desde pequeña se interesó por los personajes de la mitología grecorromana y, al saberse tejedora hábil, decidió cambiarlo. Desechó la elección relativamente fácil de Penélope debido a su lucha ideológica en pos de la mujer insumisa e independiente. Confeccionaba todo tipo de indumentaria e incluso objetos de ornato. Manejaba las agujas de una forma inusual, casi como espadas de esgrima en aparente lucha; al final, sin embargo, de esos embates punzantes brotaban las prendas más hermosas que pudieran apreciarse en la demarcación. Su casa era al mismo tiempo el taller de dónde salían todas sus obras textiles. Al norte de la comarca vivía otra bella tejedora cuyo nombre era Minerva. Esta última tenía nombre de diosa y en verdad se comportaba como tal. Y más o menos, como se cue