Sucesos literarios


Tengo hambre de ti; ganas de tocar lo que tocaste; leer lo que escribiste; mirar a través de tu horizonte.
Necesito hoy jactarme también de estar en toda esa inmensidad que te conforma.
En la perspectiva y el encuadre de nuestra acuarela inmersa en naturaleza viva.

¿Sabes?
Yo te he construido: no a mi imagen y semejanza, sino a la de la composición misma, es decir, a la forma estricta que tú misma, al saberlo, deseaste.
Por eso sé que puedo alimentarme de ti (y no es soberbia ni presunción).
Sé de nuestra tenacidad, sí; la misma (como la mentada por Neruda en "aquella noche que hizo blanquear los mismos árboles").
Nosotros, los de entonces, tenemos algo de los mismos.
Por eso es posible la alborada aquí y en lontananza.
Igual que lo ocurrido al leerte el poema 20 con apuntes del Inventario de Benedetti... o con la música de Mertens o Mercedes.
Sí que sé que me entiendes...
y así suce sí va mente...

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