Merlín


Se ha peinado con dos colitas a manera de colegiala. Lleva una minifalda que permite mostrar sus bien torneadas piernas. Su blusa la recoge y amarra justo debajo del busto; éste queda un poco exhibido; la entrada de sus senos es como una invitación a la necesaria lujuria.
Al mirarse al espejo siente las manos de él, las que comienzan a acariciar sus pechos, al natural (por debajo de la blusita). No se sobresalta, sino que se da la vuelta con ternura y le busca los labios. Los encuentra y se funden en un beso apasionado.
La ropa comienza a retirarse para dar paso a la belleza de la desnudez.
La piel de ambos inicia la magia de la danza erótica. Vaivén rítmico como si ella interpretara el piano (y entre los sudores mutuos) una rapsodia o un rondó.
La inminente penetración sucede en la más completa de las realidades...

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