Ocho (versión 2019)


Nunca nadie cruzó por mí el Canal de la Mancha ni tampoco el de Suez. Conocí mucha gente que lo hacía (sobre todo mujeres), pero ninguna lo hizo por este mortal.
No sé de cuántas leguas sea el recorrido, si de siete o de nueve (siempre en la metáfora o, mejor, la metonimia).
Por mi parte y en el apego estricto a los hechos, apenas cruzo la alberca en el sentido transversal (entiéndase el más corto) y literalmente ya estoy sacando la lengua.
Aunque este último acto, el lingüi, podría ocurrir por varias causas.
Una, se me ocurre, por tratar de explicar un texto inexplicable (es como 'narrar' un hecho inenarrable –ps es algo que nomás no se puede–).
La hilación contextual es clara; ella (la ila ción) no es el punto (ni la coma ni... el espacio); es más bien el pre texto, es decir, el o lo que antecede a... lo realmente bueno, claro, a los ojos del suscrito.

Ocho, por ejemplo, es un más uno en las notas musicales.
También es un más uno después de ocho veces seis.
Y nada de esto se centra de manera irrestricta en una relación matemática. Se me ocurre ahora como un instante... real. Como el hecho mismo del reconocimiento explícito de la labor literaria. O la correcta apreciación y elección de quien pueda cruzar por mí una bella laguna...
Labores todas que van más allá del homenaje o la auto estima (o la selección musical, claro).

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