La niña de la casa amarilla


En el barrio hay una vivienda con la fachada pintada de color amarillo; aunque, pensándolo bien, casi en todos los sectores citadinos existe una casa con las características cromáticas ya descritas.
En dicho inmueble habitaba una niña que dedicaba buena parte del día a cuidar su jardín. Es decir: arreglaba las plantas y retiraba los pequeños animales que las depredaban.
Pero éstos se las ingeniaban para regresar por vericuetos inaccesibles para humanos. Vivían los reinos vegetal y animal (incluyendo a los humanos) aparentemente sin interrumpir las rutinas ni el alimento de cada cual.
Hoy todavía hay un cristal, el que era utilizado por la niña para observar esa realidad llena de magia.
Aún existe gente que sostiene que la pequeña era un hada, la que un día se fue y... que regresa cada vez que cantan los pajaritos.

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