Intersex... digo: internet


No soy precisamente alguien de armas tomar; de hecho observo un comportamiento relativamente ejemplar ante la comunidad. Asisto regularmente a los servicios religiosos y cumplo con las obligaciones adquiridas en el medio social.

A mis hijos no les falta nada. Siempre les he festejado sus cumpleaños y procuro brindarles el cariño necesario para que mantengan una buena autoestima.

Mis relaciones maritales se ubican en el promedio que indican las encuestas de la prestigiada revista Forbes ¿o era Frobe, o Froes? Ay, no recuerdo muy bien…

Ah, algo importante es que una buena parte de mi tiempo la dedico a frecuentar las llamadas redes sociales. No poseo un cuerpo espectacular, pero tampoco estoy del todo mal. Más bien, apetecible.
–Mamá –dicen mis hijos– pareces salida de una revista de modas.
Es por ello que, cuando me decidí por una imagen para colocar en lo que se llama ‘perfil’, elegí una en la que no se distingue muy bien ni mi cuerpo ni mi rostro.

Y todo fue bien durante un par de años, hasta que apareció Fabián.
A él lo conocí hace aproximadamente un lustro en las reuniones de padres de familia que ocurrieron en la escuela de mi hijo el mayor. Coincidimos algunas veces y desde entonces nunca volví a saber de su vida, sólo que se había ido a vivir al otro lado del Océano.
Ahora, con esto de los reencuentros que se dan a través de las páginas de internet, sucedió que iniciamos un intercambio epistolar. Bueno, más bien era alimentado por la parte masculina, dado que yo nunca he sido buena para esto de las misivas.

Un día recibí un mail en el que me mostraba unas fotos en las que yo aparecía, justo de aquella época de las juntas escolares. Fabián me decía que le parecía una mujer muy atractiva y que le nacía el comentar dichas imágenes.
No tuve inconveniente en permitirle el que escribiera algunas palabras sobre las ilustraciones.

¡Ah,… qué frases!

Comenzó a llenar mis fotos de ideas y planteos de lo más excitantes. Y a cada envío el calentamiento iba 'in crescendo'.
Intrigada como estaba, le pregunté que de dónde había obtenido las fotografías y me confesó que me las "tomaba disimuladamente en las fiestas escolares".
Sus palabras no nada más me desnudaban (en el sentido figurado y en el real), sino que me han hecho sentir mucha mujer, hembra ganosa, deseada y que desea...

Por lo general no me masturbo, pero hace un rato debí recurrir a la autoestimulación sexual… y es que recibí, previo acuerdo, unas imágenes tremendas de su pene erecto…

Mi excitación llegó a niveles insostenibles. Y no me acosté con mi marido porque él habría sospechado... nunca me he calentado tanto en su compañía.

Sin habérmelo propuesto, he encontrado en Fabián una real compañía virtual. Y no hay contradicción, yo me entiendo.

™®

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Debo disculparme?

Ojiva –planeación y resistencia

Hilos