Blondie


Se sabe que Giuseppe Verdi, a principios del siglo XIX, fue uno de los primeros compositores que se preocupó, no sólo por lo que se iba a escuchar, sino por lo que deleitara la vista de los espectadores.
Entonces, él diseñaba el vestuario de los participantes de sus obras operísticas.

De las varias maneras de ver la música, en esta ocasión me ocuparé de aquélla en la que se utiliza al cuerpo humano como ente transmisor de sentimientos y emociones, además de exponerlo como fiel representante de la forma.

El control del movimiento de las extremidades siempre será un suceso digno de admiración, así como el del rostro y sus expresiones histriónicas.
La voz, entonces, ES mú si ca lidad.
Las palmadas, los chasquidos y el zapateo, sin duda, participan de los acontecimientos sonoros. ¿Y qué decir de respiraciones y suspiros?
Ahhhh...

Su cabello era rubio, de una tonalidad extremadamente clara; tanto así que, cuando ingresaba al ciclorama, únicamente le sobresalía el rostro, como si una máscara flotara.
Parecía que ella se observaba; así, sus movimientos obedecían a una especie de danza a manera de comedia isabelina.
Quienes la conocieron aseguran que, muchos de los esquemas coreográficos contemporáneos, han sido producto del análisis de sus complejas expresiones faciales.
Parece ser que, aunque de comprobada ascendencia occidental, practicó el kabuki y, sobre todo, el incomprensible noh. Pero nadie ha podido corroborar esta información. Y es que, su condición femenina, le habría impedido el siquiera acercarse a la más insignificante de las escuelas de teatro del lejano oriente.

Y los sonidos y silencios se vieron sin su cabello…

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