Al principio no sabía lo acontecido; en realidad pensé que era un bombardeo o una avanzada de invasión pues siempre creí que, si alguna vez atacaban a México, la agresión bélica iba a iniciar precisamente aquí, en Guadalajara, debido a su regional-nacionalismo. Pero mi temor creció el año pasado, cuando “La Cumbre”. Unos minutos después de las diez de la mañana ocurrió la primera explosión; el ruido fue ensordecedor; alcancé a ver cómo se abría un boquete en el centro de la calle Gante, ya que observaba el exterior desde un enorme ventanal del edifico en donde me encontraba. Poco tiempo después se formó una gran masa de polvo que impidió la visibilidad durante un rato. “La empresa en la que trabajaba mi amigo, el ingeniero Pedro Santos, había sido contratada para reparar uno de los elevadores de este edificio. Se había pedido la máxima reserva permisible, porque el cable que sostenía la cabina se rompió días antes, precisamente el lunes veinte, por falta de mantenimiento e...