Avance


Había terminado el planteo del escrito con algunos días de antelación. Sin embargo, después de trabajarlo para que se pudiera publicar, hubo una parte del mismo que no alcanzaba del todo sus auto impuestas exigencias; no cumplía con los principios estéticos que había adquirido a lo largo de toda su vida, en la que había recorrido varios talleres de cuento y poesía.

"La literatura es arte", recordaba la expresión de uno de los conductores-participantes que más habían influido en su obra: "(...) y, como tal, debe de pulirse hasta el mínimo detalle, con el objeto, no sólo de pretender transmitir una idea determinada, sino de hacerlo de la forma más bella y acertada posible".

Tenía la total convicción de que la famosa inspiración servía únicamente para el esbozo inicial; pero, para la revisión y el análisis minucioso, lo que se requería era tiempo y, sobre todo, disposición.

La palabra justa con las letras precisas, la puntuación, los tiempos, las tildes en su posición correcta, con el fin de enfatizar o no tal significado. En fin, todo el cúmulo de información que manejaba en su acervo, debía utilizarlo cada vez que decidía exponer sus trabajos.

Ahora se encontraba ante el dilema de utilizar una de las siguientes alternativas:
mirarle los ojos,
mirarle a los ojos o
mirarla a los ojos.

Repasó el contexto en el que se ubicaban esas palabras y no atinaba cuáles elegir, obviamente, en función de la sintaxis requerida.

Después de varios 'reposos' del texto, al cabo de un par de semanas, optó por mejor retirar esa posibilidad mediante un replanteamiento asertivo y con un viejo recurso gramatical: el dar la vuelta y rodear cuando se encuentra un obstáculo insalvable.

Entonces, al no mirar ningún ojo, vio en cambio la manera de ponerle fin a su detenimiento lingüístico. 

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