Atmósferas


La hipocresía del fagot y la sensualidad del cello transitan por la sala de conciertos.
Esperan ansiosos la batuta del huésped como si un nuevo 'toque' les permitiera restablecer sensaciones.
Uno prefiere a Brahms; el otro, a Bartók y Britten.
Los metales intervienen y deciden: Stravinsky.

Malher y Satie pintaron el espectro sonoro como el arco romano lo hizo con la estructura adintelada. 

Y, al final, creo que Ravel, Dvořák y, sobre todo, Bruckner, construyeron el edificio orquestal.

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