Aman es eres


En el sendero he decidido sembrar árboles de todo tipo. Esta línea me guarece de las inclemencias climáticas; asimismo, cubre mis varios vacíos (aunque algunos los llaman carencias –más los freudianos que los seguidores de Jung–).
Ahí sí que no estoy solo, aunque las especies pertenezcan sólo a la flora silvestre. Éste es uno de los motivos de que dicha barrera vegetal no sea camuflaje (como parece), sino más bien, compañía (en estos días virtuales en los que, al agitar, digito un sinfín de caracteres con los que, en efecto, construyo un nuevo presente en cada situación que se me presenta).
Requiero, como se ve, pausas o respiros que tiendan a emular las pulsaciones cardíacas verdes y amarillas, así como también ¿por qué no? Las del color de la frambuesa.
[Aclaro que al decir requiero, utilizo dos acepciones: la correspondiente a la necesidad en sí y la que tiene que ver con re querer (o vuelta a la querencia –que, por cierto, también es requisito de vida)].
Por eso, lo que pareciera obstrucción visual u obstáculo evidente, no es otra cosa más que un mecanismo de defensa que utilizo para ahuyentar delfines y... reclutar amaneceres.

Comentarios

  1. Bellos hilos vegetales, compañía del hombre ,fibra para sentir y escribir su leyenda. Abrazos.

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  2. La poesía surge como la armazón de un árbol protector en toda tu literatura. Me encanta. Gracias

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