Aún no


La otra noche quisieron robarme el alma. Los personajes que intentaron el hurto, no contaron con que Ella y yo estamos emparentados más que por un simple contrato.
Poca gente (como ha hecho el que esto escribe) se protege de ciertas intromisiones delictivas de carácter recurrente.
Y es que, la verdad, aquí entre nos, debo confesar que hay muchos individuos que pretenden apropiarse de lo ajeno.
Forajidos, malhechores, delincuentes, criminales y rateros, entre otros calificativos acuñados, merodean, no sólo las inmediaciones del barrio que habito, sino también el cuerpo que recubre mi ser.
Debo aceptar, muy a mi pesar, que en este último intento casi logran su cometido. Estaba muy descuidado y desprotegido.
De no ser por una flor, como en el cuentito de Wilde, tal vez en este momento sería un desalmado.

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