Reliquias de filigrana


Heshuá Caic había guiado al clan Wampanuag a las tierras de la fertilidad: las enormes y maravillosas llanuras que poseían y disfrutaban con plenitud. 

La conformación de la tribu se gestó a partir de sus catorce hijos. Todos y cada uno de ellos eran portadores de las filigranas de jade que el Señor Caic les dispuso. 

Matlacóatl Yohualli, la mujer de linaje iroqués, conocida también como la de Gracia de Día oTetenkaji Benatl, llevaba años peleando por su finca barrial. Ella era la única descendiente del sexo femenino del patriarca. 

Su madre y cuarta esposa del guía, Citlaltzin Xochicóatl, se decía descendiente directa del creador de la "Gran Ley", el líder ottawa Pontiac Tótotl Pintado. 

Matlacóatl Yohualli o Tetenkaji Benatl no se sentía de raza Wampanuag pura, no tanto porque ella así lo hubiera decidido, sino porque sus numerosos hermanos de alguna forma la habían orillado a ese pensar. 

Una visión, producida en uno de los ritos del inicio otoñal, la iluminó y la indujo, según sus propias palabras, a dirigirse a su padre, pero de una manera diferente a su habitual reclamo. Así que, con el objeto de celebrar la cosecha y la "buena relación" con sus catorce hermanos Wampanuag, ofreció una cena en el jornal dedicado a Júpiter, treinta y cinco lunas después de que se había producido el equinoccio. 

El principal alimento del convite fue el tótotl-guajolote. 

Las crónicas iroquesas no aseguran el hecho de que, con ese evento culinario, Tetenkaji Benatl o Matlacóatl Yohualli se hubiera apropiado de tierras de cultivo, pero los Anales orales Wampanuag sí sostienen que a, partir de esa fecha, los frutos de la siembra se multiplicaron en cantidad y, sobre todo, en calidad, por lo que al festejo, que se hizo imprescindible (y se empezó a conmemorar anualmente), se le asociaron las famosísimas reliquias de filigrana, confeccionadas con jade y onix, y que fueron llevadas, como se sabe, desde las lejanas tierras chichimecas del sur. 

Con el tiempo, la pedrería desapareció. Todos los Wampanuag creyeron que habían sido entregadas al dios del oriente, lo que motivó la construcción de una importante leyenda premonitoria, acerca de la llegada de hombres peregrinos, provenientes del Gran Lago Salado, que portarían unos minerales transparentes, producto de la consagración de las originales filigranas, con los que iban a apropiarse de sus tierras y tradiciones. 

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