Inmortalidad


Ya-Xiuh-Kahn se había destacado desde la niñez en los golpes justos a la pelota de hule. 

No importaba si le pegaba con el muslo o la cintura. Por lo general era certero y conseguía buenas puntuaciones para su equipo. 

Conocía todas las canchas del barrio y más aún, de todo el señorío. 

Además, era reconocido por su buen desempeño en las labores agrícolas. La manipulación genética que realizaba en beneficio de la planta del maíz, se conocía por toda la región. 

Dice la crónica que Ya-Xiuh-Kahn elevó a rango principal el cultivo de las yerbas santas.
 

Durante la última guerra de las flores fue hecho prisionero por las fuerzas del reconocido estratega mexica Huitstla. Y este militar era el principal proveedor de jugadores para los enfrentamientos rituales.

 


Los participantes de estos encuentros generalmente eran esclavos condenados a muerte por haber cometido delitos graves de carácter místico o, como se sabe también, eran los prisioneros de las constantes guerras internas de reajuste o florecimiento. 

El premio para los que ganaban era la exhibición de sus cabezas con investidura señorial. 

Los perdedores eran ejecutados sin honores, o podían solicitar otro encuentro a efectos de poder obtener el triunfo y, así, el permitírseles trascender e ingresar, aunque fuera mediante el sacrificio, en la alta esfera social de la comunidad.

 

Ver jugar a Ya-Xiuh-Kahn era un verdadero deleite a los ojos; pero también al oído; sus sonidos eran casi melodiosos. Golpeaba el esférico con una limpieza y precisión extremas, de tal suerte que por lo general lo colocaba en las áreas en donde era muy difícil recibir y/o responder.
 

 

El día en que ganó la inmortalidad, brindó indiscutiblemente el mejor de sus partidos. 

Parecía como que toda su vida la había conducido hacia la correcta ejecución de esa justa deportiva. 

Ni una sola bola perdió y prácticamente todos sus tiros fueron perfectos.

 

El tlatoani Tlacatecuhtli, «El que manda», presenció el encuentro con sumo interés. 

Asimismo, al final del juego, presidió la ceremonia en la que Ya-Xiuh-Kahn fue investido como El Señor de los Hules.




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