Crónicas de pesca: Truchas en la laguna

Gabino, el esposo de Reyna, y una de las tantas parejas de una de mis tantas sobrinas, organizaron la ida a pescar. El destino era una laguna que se encontraba en las cercanías de mi pueblo natal. Mis anteriores experiencias en estos menesteres las había realizado con mi papá y quizás con alguno de mis hermanos

El hecho es que partimos al sitio sin aditamento alguno, a lo cual Gabino apuntó que no debíamos de preocuparnos, puesto que allá, en el lugar adonde íbamos, había "de todo"

En el camino compramos un brandy adulterado y corriente, así como refrescos y vasos desechables

Al llegar a nuestro destino ya habíamos ingerido una buena parte de la botella, por lo que encargamos otra a unos lugareños, quienes, como se verá enseguida, resultaron ser los verdaderos pescadores

Botella y vasos en mano nos encaramamos a una lancha, en la cual nos dedicaríamos a la actividad pesquera en el transcurso de las siguientes horas

¿Y cómo fue?

Simple y sencillo.

Los encargados de llevarnos la segunda dosis de licor abordaron también la pequeña embarcación y remaron hasta el centro de la laguna. Una vez allí, nos mostraron dos arpones y el mismo número de lámparas de mano, únicos instrumentos con los cuales se auxiliarían para la consecución de las mojarras

A cada una de las linternas le retiraron la tapita frontal transparente con el objeto de que esos artefactos pudieran sumergirse junto con los buzos-pescadores

Y 'comenzamos'.

Los de abajo lampareaban, arponeaban y subían con o sin mojarra. Los de arriba brindaban, platicaban e iban recibiendo las presas capturadas

La bebida alcohólica funcionó y demostró que éramos muy truchas; así que, como buenos pescadores virtuales, logramos atrapar una tremenda borrachera.


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