Acerca del violoncelo




Aprendí a ver la música en dos ámbitos: el de la sala de conciertos y el del recinto dancístico.
En este último rubro, mi mirada fue atraída básicamente por modernas coreografías en las que, los vestuarios ceñidos a los maravillosos cuerpos, permitían que éstos lucieran en todo su esplendor.

En lo que respecta a las orquestas, la gran mayoría de directores las disponen de forma similar:
A la izquierda del escenario, en primer plano, el grupo de violines y enseguida, las violas.
A la derecha del director y del foro propiamente dicho, siempre se ubican los violoncelos.
Detrás de ellos se disponen alientos, metales y percusiones, cerrando siempre con los contrabajos.

En los conciertos de sinfónica y orquesta de cámara descubrí la "vida" del violoncelo, así como también el que no todos los intérpretes del instrumento sabían "poseerlo" porque, no sólo hay que saber tocarlo, sino "tenerlo".
He visto muchas maneras de interpretarlo, desde el desparpajo absoluto hasta la entrega cuasi mística del músico. Debido a la apertura de las piernas (y al nombre masculino –el chelo–), siempre he pensado que La Mujer es (debe ser) su mejor "tocante".

Termino reiterando: creo que es el único instrumento que se puede poseer (y viceversa).


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