Xochimichin

–rito de la salivación–

La pareja debe introducirse desnuda al temazcal. Previamente y con el objeto de mantener sus cuerpos con una dulce y melosa hidratación, ambos habrían degustado exclusivamente alimentos frutales.
A cada uno de ellos se le asigna un balde de agua floral o xochiatl, con el objeto de coadyuvar en la rehidratación chipahua.
La temperatura del recinto produce en un corto tiempo el dulce sudor. Es el inicio del ritual. Los poros de los que están en comunión se encuentran en esa apertura descrita por la palabra ancestral, en la que la predisposición recipiente es una con la otorgante.
Estos instantes generan una de las sensaciones más intensas que haya experimentado jamás el ser humano, incluso muy por encima del erotismo.
Con movimientos casi nebulosos, que responden al trance terrenal que se produce, así como con el porte de una gran serenidad, cada uno de los cuerpos impregna en el común sus exquisitos sudores.
Las posiciones de los que están en comunión varían de vez en vez, de tal suerte que la mayor de las áreas exógenas son untadas una y otra vez, expeliendo y recibiendo el neitonaliztli o sudor dulce.
Sólo quienes han asistido a estos impresionantes sucesos podrán comprender su espiritualidad, a la par del paso más allá de la amolayotl o sexualidad simple, por lo que, debido a la carga híper sensual de los hechos, se cuenta que no ha habido cronista alguno que resista la transmisión de estos pasajes sin pausa alguna.
Aunque no se ha comprobado, algunos relatores establecen un lapso de reposo en el que, por cierto, se da la primera rehidratación chipahua.
Ambos comunes utilizan unas jícaras que introducen en los baldes e ingieren hasta en tres ocasiones el xochiatl.
Cuando las gotas del cuerpo pudieran estar a punto de ser acachauhtli o pegajosas, inicia la salivación, propiamente dicha.
Uno de los comunes unta la saliva xochimichin con su lengua comenzando por la frente de su par, en un lento recorrido que termina en los dedos de los pies; la descripción es simple, pero baste decir que éste es uno de los acontecimientos más sublimes, en la amplia significancia del concepto, el cual ocurre desde los tiempos remotos del maíz silvestre o teosintle.
La real conjunción de sudor y saliva es uno de esos regalos terrenos que genera el acercamiento más fidedigno al legendario paraíso o Tlalocan teotihuacano.
No se ha sabido aún, ni en los más altos dignatarios, que en un sólo acto se produzca el hecho dual, esto es, que el ente que fungió como recipiente de los magnos fluidos tenga la real capacidad de revertir el unto ritual (ni siquiera en un período menor a las cinco lunas), debido al enorme despliegue energético que se requiere.
Los que están en comunión utilizan el agua o atl restante de los baldes para verterla sobre sus cuerpos, con lo que se da por finalizado esta ceremonia maravillosa.
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