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Empecé una partida de ajedrez sobre un extraño tablero; resulto que éste no era de madera (ni de mármol); resultó ser un tablero eléctrico, así que sus circuitos conducían la energía cual peones en blanco y negro. Los alfiles parecían fusibles o interruptores que "vigilaban" de alguna forma a las torres. Obviamente, los caballitos eran de mar y se desplazaban como anguilas (precisamente eléctricas). Sus descargas producían voltajes que, parece (según algunas fuentes consultadas), fueron reproducidos por Erik Satie en su serie musical Gymnopedias. Y es que las anguilas pertenecen a la familia Gymnotidae.
Las fuentes, por cierto, adornaban los jardines del palacio real.
El rey y la reina, que solían deambular por este sitio sin su séquito, eran presa fácil para el enemigo.

Y aquí se desenchufa cual verso alejandrino
conducto en diagonales y salto de corceles
se ven allá en las torres los reyes con sus pieles
curiosos seguidores de auroras y de vino.

Defino redondillas con sumas octavales
evoco así el tablero del juego milenario
por hoy en este medio convino el escenario
de cuadros de colores y torres y portales.

Los ocho cuadros, al interactuar con los versos del arte mayor, sin duda habrán de construir escalas mucho muy cercanas a las propuestas del músico francés mencionado arriba.
Aquí arriban precisamente dos de los arquitectos de las matemáticas sonoras: Josef Anton Bruckner Gustav Mahler.
Tiene tiempo que a estos autores los mezclo entre mis letras, de manera "lenta, arrastrada, como un sonido de la naturaleza". (*)
Solamente para generar la discusión establezco un primer paradigma:

8 x 7 = 56 (**)
que a su vez
5 + 6 = 11

(*) Título del primer movimiento de la Sinfonía 1 El Titán, de Gustav Mahler.
(**) 7 es la mitad del verso alejandrino.

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