Somos la manzana y el árbol


Somos historia; la historia de la música: asonancias y melodías conformando el todo.
Somos pues la historia del silencio.
Los deudos felices (y limpios) que un buen día enterramos a la soledad y que nos subimos al tren de los recuerdos y las ilusiones.
Inventamos también la sexualidad: la nuestra; llena de matices y recovecos en donde se han deleitado nuestras lenguas.
Y el tacto; ah, el tacto. ¿Qué sería de tu piel sin la mía? ¿Y el gusto –por el gusto–?
¿Mi boca sin tus pies o sin tu pubis?
Somos la hoja y el lápiz: hechiceros de la palabra; como la manzana y el árbol y... la tierra.

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