Oración de finales de septiembre


A punto de despedir un mes de alegorías y beneplácitos, es imprescindible reiterar mi pasión por el bien hacer tanto como por el buen decir.
Aun dentro de las satisfacciones, tienden a hacerse presentes las adversidades cotidianas y se generan esas luchas internas que a veces afloran e irrumpen en el continuo existente.
Debo pues de sonreírle a esta situación para tratar de afrontarla con la mejor de mis actitudes.
Hoy pues, comparto la maravillosa experiencia de la continuidad en cuanto a lo tolerante y lo apacible (confieso la enorme dificultad para lograrlo).
Iniciaré la cotidianidad con agrado y energía.
Agradezco a la vida y a los muertos de mi felicidad por permitirme participar de este gran banquete de un nuevo y brillante amanecer.
Deseo para todos el bien decir, el bien hacer y la adquisición de sentimientos sacros por encima de las maledicencias.

La vida, reitero, es muy corta como para no dar.

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