De aves

En la universidad de Arkansas, en el laboratorio de biología molecular, un grupo de jóvenes investigadores, a partir del año 2010, decidieron hacer un experimento capital, con el objeto de demostrar la infidelidad de las aves.
A varios pajaritos les colocaron un sensor con características muy peculiares. De esta forma, descubrieron "engaños" en toda la parvada; bueno, casi en la totalidad, porque dos de ellos sólo se adoraban entre sí.
En realidad, el macho amaba a la hembra por sobre todas las cosas del mundo.
Uno de los científicos, de apellido Burnes, descifró el canto de la pareja pajarera; ambos se comunicaban mediante el más bello de los lenguajes: la poesía, en este caso: aviaria.
Con el paso del tiempo, después de cumplidas dos temporadas migratorias, la parte femenina del ejercicio optó por cantarle a otro pajarillo.
La calidad de sus interpretaciones nunca alcanzó la magnificencia de lo logrado con su pareja original. Sin embargo, ella le dijo a éste que había encontrado un interlocutor de altísima calidad poética.
Tal confesión (más bien, apreciación confusa) derrumbó al primer pajarillo literal y literariamente, a un grado tal que, durante mucho tiempo dejó de volar.

En los anales del laboratorio, el profesor Burnes guarda celosamente toda la información recopilada, misma que, hasta la fecha, no ha sido capaz de comprender.
Muy en el fondo, tiene la esperanza de que en un futuro próximo, llegue un investigador con mayores capacidades cognoscitivas e interpretativas que él. Mientras tanto, esos dos pajarillos, los que se habían (de)mostrado amor incondicional, andan por ahí, revoloteando en nidos diversos.


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