Todos los días observaba por unos instantes el enorme anuncio y, siempre, durante ese corto tiempo, hacía la misma reflexión: "Allí están tres números relacionados con mi persona". En primera posición se ubicaba el 67; eran las dos últimas cifras del año de su nacimiento. Enseguida el 39. Como él vio la luz un 8 de febrero, este numeral representaba ese mismo día contado a partir del 1 de enero. En tercer lugar, el que él consideraba su número de la suerte, el 15, el cual, por cierto, tampoco surgió de manera fortuita, no; éste representaba el lugar que con mayor frecuencia había sido designado en los listados escolares; a veces fue 14 y otras, 16 ó 17, pero el quince lo recordaba más debido a haber sido el que mayormente ocupó. Como siempre, al cabo de unos minutos, su cabeza ya estaba en otra cosa, debido a sus preocupaciones habituales y a las necesidades que obligaba el tráfico vehicular. Es por eso que un día después de "las turbulencias", lo extrañó...