La muchacha del legendario oeste


El vaquero llegó al pequeño poblado con la única obligación de salvar a la muchacha. 
Tuvo la precaución de darse un baño, previo al inminente enfrentamiento con su destino. Como en el servicio se incluyó la limpieza profunda de sus partes (y esto sólo puede lograrse con un firme restregado), fue necesaria la contratación de una de las chicas coristas de la cantina anexa.
Alessandra, que era como se hacía nombrar, resultó ser una excelente colaboradora en las labores de lavado e higiene; tanto así, que el forastero estuvo a punto de establecer con ella una especie de romance fugaz que, de alguna u otra forma, habría enturbiado el correcto desempeño de su encargo posterior, en su papel de fiel y presto caballero.
Sin embargo, debido a su prolongada abstinencia sexual, se mentalizó para no sucumbir a las esencias, encajes y terciopelos de la bella Alessandra, y le hizo el amor, aunque de una manera tierna y sutil, pero retornando su pensamiento, enseguida del final inmediato, a la honorable actividad para la que fue convocado.

Como suele suceder, los malos, los que no querían el bienestar de la futura y 'sana' pareja, se enteraron de todo lo acontecido, por voz de la propia artista, y fraguaron un plan alternativo y emergente con el fin de impedir el encuentro definitivo.

El vaquero, ajeno a lo que le estaban tramando, y también como se estila en este tipo de eventos, acudió al herrero de la localidad con el objeto de verificar y arreglar, en su caso, las herraduras de su noble animal de carga y transporte.

La bella Esperanza, mientras tanto, por medio de la esposa de uno de los malos, era notificada de los flaqueos y traiciones de su desconocido pero anhelado futuro esposo.
La informante, obviamente, era tía de la muchacha, y pertenecía al bando contrincante únicamente por aspirar a la fortuna familiar, la que, por disposición paterna, habría de ser manejada por el marido de Esperanza, quien quiera que éste fuera (y su hijo –el primo de la muchacha– siempre había estado anotado para ese puesto benévolo, que no de sacrificio).

Para que este relato sea un 'western' que se respete, debe contener un encuentro entre los blancos (buenos y/o malos) en contra de sioux, apaches o chiricaguas o, en su defecto, una buena dosis de balazos, con muertitos y toda la cosa.
Se optó pues por establecer un pleito que protagonizaría el grupo odiado por la mayoría de los habitantes de la región.

La lluvia de plomo se inició en un local anexo a la oficina del comisario o 'sheriff'. Un par de ganaderos habían sobrevivido a una noche de juego de azar a la que asistieron los más ricos hacendados.
En la última partida de 'poker', una carta cayó al piso, con lo cual quedó expuesto y demostrado el cúmulo de trampas y artimañas que utilizó quien iba ganando.
Los pistoleros y matones de todos los involucrados comenzaron los disparos a los que el pueblo ya tenía costumbre; sólo que en esta ocasión la riña se generalizó entre los jugadores-rancheros, lo que provocó una prolongación o extensión del conflicto, tanto en el tiempo como en el espacio.
La calle principal, hasta cierto punto limpia y serena, se tiñó de rojo.
Después se supo que todo fue manipulado y dirigido para que el vaquero recién llegado ingresara a la contienda a efectos de que fuera ejecutado.
Pero este individuo, una vez que le entregaron su caballo ya arreglado, destinó su tiempo a recorrer las inmediaciones de la pequeña ciudad, con el objeto de alimentarse de inspiración para afrontar el viejo oficio de la seducción.

Al pueblo llegó otro personaje, mismo que fue confundido y, por ende, acribillado a balazos.
Siempre que ocurrían esas masacres se daba una tregua tácita de unos diez días.

Así que el último obstáculo a vencer sería el aparente engaño que sufrió Esperanza.
Pero he aquí que ambos tenían una formación ideológica relativamente patriarcal (el término 'machismo' todavía no se empleaba por esa época, al menos no de manera generalizada).
Así que ella, sin más, perdonó su desliz.
No se sabe si fueron felices pero, lo que sí, engendraron una numerosa prole, la cual se extendió por toda la comarca.



Comentarios

  1. Hermano: Hollywood te espera!!!!! Después de leer este argumento -original al mango - y gastar una caja de Klinex gigante, me convenzo de que el western se perdió por no socorrerla con tu pluma. Haz algo y salvalo!
    Jsjaja

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