El primer día


He tenido dos amigas, tal vez más (ahora no lo recuerdo), que se arrojaban en un pozo sin fondo y a media altura de la caída, siempre me hablaban, para que les tirara una soga que previamente habían colocado en mis manos.

Dicen ellas que las he salvado, pero no es verdad; han sido sus propias necesidades de comprobar aún no se qué, las que lo han hecho.

En un caso, una búsqueda infructuosa de la pureza, tanto en el arte como en la vida misma y, en el otro, lo mismo o algo muy parecido.

Una de esas amigas es la belleza.
La otra... ay, de la otra ya no me sé ni su apariencia.

Ahora me he distanciado de ellas y he optado por un compañero más acorde: el deseo.

Ah, con él sí que he recorrido caminos que, si bien es cierto que a veces son de alta peligrosidad, han sido de una satisfacción sin igual.

En esas veredas nos hemos cruzado con mucha gente que porta adjetivos diversos; para ser honesto, muchos no los recuerdo, y otros pocos, tampoco. Me he encargado más del presente; hay muchos verbos que aún no los sé conjugar en este tiempo. Tampoco los voy a ennumerar… yo sé mi cuento…

Ahora, pues, como alguien dijo, comienzo el primer día de mi historia. Voy para allá.


Comentarios

  1. Muy bueno. La búsqueda del Yo. Eterna, que a veces creemos finalizada cuando conseguimos un Tú. Para volver a empezar la búsqueda del Yo... Eternamente eterna.

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