Cuento oblicuo


Todo fue hacia adentro, como una absorción, a manera de paraguas inverso que, en lugar de repeler o rebotar la lluvia, tendiera a asimilarla o introducirla en las entrañas mismas del cuerpo.
Historias ancestrales han descrito ciertas trayectorias que apuntan siempre en sentidos unidireccionales, con destinos inciertos por lo general, que han abortado en los intentos.
Por eso, cuando existió una nueva forma de movimiento, podría decirse que muchas miradas voltearon hacia este hecho manifiesto, el que podría anunciar la necesaria y esperada renovación.
Grupos religiosos, esotéricos e incluso los denominados de índole no gubernamental, querían participar de estos sucesos, no solamente como observadores, sino como parte fundamental de los eventos.
A raíz de que se difundiera masivamente la información conveniente, comenzaron unas fuertes y reiterativas campañas publicitarias con una imagen que presentaba un par de manos encontradas que conformaban una especie de embudo plano.
No faltó quién se atribuyera el diseño de semejante logo (bastante malito, por cierto).
Nunca se supo en qué paro todo; así como se extendió la noticia, de igual forma se extinguió la esperanza.
Últimamente se ha visto la figura antes descrita en los anuncios comerciales de una crema hidratante (de máxima absorción).


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