El soñador (parte segunda)

Nʀʀтɪv Pʀᴇнɪsɴɪc

Como se ha sabido por las crónicas antiguas, tanto las chichimecas como las correspondientes a las tribus más septentrionales, principalmente las duwamishsuquamish (*), Ij Nahui, el legendario tlahcuilo topalnemiliztli o creador de sueños o fantasías, interpretaba de manera excelsa la flauta de carrizo o acazaca-tlapitzalli.
Esto le hizo recorrer una gran cantidad de señoríos.
Su nombre original era Inic Nahui o Hasta Cuatro (mejor conocido como Cuatro Justo); pero él lo evolucionó a Ij (yo), con lo cual quedó Yo el Cuarto.
De esta manera, durante toda su vida, se dieron varias interpretaciones incluso de carácter oficial.
Ij Nahui= Yo el Cuarto
Ij Nahui= Yo el Espacio o Sitio
Ij Nahui= Yo, Justo el Doble Par
y de allí a El Sitio Preciso (de la Arquitectura).
Como Ij Nahui construía enormes obras de piedra y estuco, fue designado profesor itinerante del colegio Tlamachtiloyan, que era la versión previa a la nobleza pura del Calmécac mexica.
Por ese hecho (el de los viajes asignados) y sin pertenecer a la corte, era merecedor a ser transportado por los tamemes, tanto en chundes con mecapal así como también en tapechtlis o camillas señoriales cargadas por dos y hasta por cuatro tamemes.
Antes de iniciar sus trayectos, incluso allende el área mesoamericana, Ij Nahui  visitó varios cuicacalli (casas de cultura y canto), lugar donde conoció a Cocoy-Cocoya.
El nombre de la dama también evolucionó: de Metzcocoyaliztli (Dolores de piernas), a Cocoya, pero en una dualidad tendiente a la divinidad cihuateoyotl así como acihuahuiani aahuyani (mujer ligera o mundana), con lo que su nombre quedó establecido en los anales chichimecas y mexicas como Cocoy-Cocoya o La de las Piernas exquisitas.
Ella interpretaba bailes muy sensuales para la época por lo que era cuestionada por una minoría clasista y moralina, curiosamente del sector femenino.
Los duwamish, sobre todo, dado que pertenecían a una sociedad costera de rudos pescadores, nunca entendieron esa crítica severa a la dama, la que provenía de un ichpuchcalli o casa de doncellas del área meridional.

He aquí pues que Ij Nahui y Cocoy-Cocoya establecieron una extraña relación, se dice que "muy parecida a la que se sugería a los adoradores a Xochiquetzal (la Diosa de la Belleza)", la cual consistía en reuniones esporádicas de los amantes. Pero cuentan los cronistas suquamish que Ij Nahui quedó prendado por los finos aromas de La de las Piernas Exquisitas, con lo que establecieron la complicidad propia de las parejas familiares.
Parece ser que hay una aparente contradicción en la narrativa expuesta; sin embargo, los códices relativos e incluso ciertos petroglifos, sobre todo septentrionales, confirman estos dichos.
El hecho documentado es que Cocoy-Cocoya acompañó al tlahcuilo topalnemiliztli casi en todos sus viajes académicos y, ya en los sitios de enseñanza, después de ejercidas las labores docentes del escultor de piedra y estuco, ofrecían una función de cantos y bailes en donde la mujer lucía sus atributos físicos (más que los "finos aromas") y él colaboraba con la flauta al rendir un tributo inverosímil y hasta cierto punto servil.
Lo que no cuentan las crónicas, pero se sabe por las leyendas suquamish, es que la pareja recibía pagos (a manera de salario) de los altos dignatarios asistentes a las representaciones teatrales por fuertes cantidades que, por mucho, superaban lo que Ij Nahui percibía por sus actividades académicas.
Por estos motivos (y debido a que podían cubrir el pago o cuotas), la pareja siempre utilizaba, para sus trayectos interseñoríos, tapechtlis contratados directamente por la pareja y cargadas por cuatro fuertes tamemes, mismos que eran suplidos por los mejores chalanes en las estaciones de relevo.

Uno de los hermanos de Ij Nahui tenía altas atribuciones en una de las cortes visitadas, por lo que se organizó una comida con los pares y nobles del lugar.
También se encontró (esto en los anales totonacas) que, por verse impedido el hermano del escultor, no asistió al evento, motivo por el que Ij Nahui tuvo el encargo familiar de absorber todos los gastos que se hubieren originado en el banquete señorial.
Lo anterior, en apariencia, parecería la ascensión a la nobleza por la adquisición de bienes, pero no fue así; aunque la pareja en verdad tuvo excelentes ingresos económicos, su prestigio no sirvió para alcanzar los severos requisitos exigidos por la sociedad clasista de la época.
Incluso hubo un cierto tiempo en que, debido a lo excelso de las actividades académicas del hombre, se decía que habría(n) alcanzado los títulos anhelados por las cortes. Pero no lo lograron y, como más adelante se expone, nunca se supo la verdadera razón de tales hechos.
Lo cierto es que Ij Nahui innovó la manera de enseñar los métodos de esculpido de la piedra y el estuco por todas las comunidades visitadas, principalmente las ubicadas en las regiones septentrionales.

Es del dominio público también que, unos años después, lapso éste en el que por cierto no se encontraron crónicas (ni escritas ni de transmisión oral), el tlahcuilo topalnemiliztli o creador de sueños o fantasías, regresó en soledad al punto de partida para iniciar su tercera intromisión en el mundo del amor, ahora con Teocualtzin o Belleza divina...

Pero, como establecen las normas de los suquamish, esta historia será relatada en un futuro próximo, antes de que transcurran dos lunas.


(*) las tribus duwamishsuquamish habitaron la zona noroeste del actual continente americano en la frontera generada entre Canadá y Estados Unidos.

La primera parte de este relato puede encontrarse en el siguiente enlace:
http://ignac2002.blogspot.com/2019/05/el-sonador.html


Comentarios

  1. Me fascina cómo lo relatos. Pareciera que lo viste y viviste. Y por qué no...? Gracias por compartir tanto talento y creatividad. No hallo diferencia entre ellos, pero...

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

¿Debo disculparme?

Ojiva –planeación y resistencia

Hilos