¿Debo disculparme? Sí. Traigo un caparazón sobre mi cuerpo, forjado durante miles de años. Pertenecí a los cazadores nómadas que dejaron muchos hijos sin atender, incluso sin conocer. En efecto, después cargué enormes piedras para la construcción de templos y montículos, y me consideré superior a mis compañeras mujeres. Labré capiteles y pilares en Mesopotamia y Egipto. Decidí construir el techo de las casas y no tejí el ropaje de nuestros cuerpos. Dejé también la cocina y me desentendí (una vez más) de mis descendientes. Fui filósofo en el Ágora y haciendo a un lado a la mujer y ensalzando los logros masculinos. No permití un desarrollo equitativo y generé la invisibilidad de todo lo positivo que iba alcanzando el área femenina. Inventé religiones con mandos masculinos. Incluso con relaciones poligámicas ejercidas por ellos. De ahí surgió que, si una mujer hacía lo propio, la nombraría (y la nombro) con el peyorativo de prostituta. Construí, por todo el orbe, imperios sin emperatric
(6 de agosto) No pudo planear debido a que el aire no le ofreció resistencia. Los objetos, por su parte, se negaron a resistir; lo sucedido superó lo planeado. La resistencia tampoco planeó pues desapareció inmediatamente cualquier movimiento opositor. Todo eso sucedió instantes después de que la ojiva, conforme a lo planeado con anterioridad, abandonara el pequeño pero resistente "Enola gay". ⓘ ™
La escritura me conduce hacia ti; no precisamente porque seas mi musa (que lo eres), sino por esa extraña relación que hay entre la tinta y tu sudor: ahora ambos virtuales. Cuando decidiste tomar distancia no me percaté de lo ocurrido ese septiembre en París. Ahora, a la distancia (a la otra: a la del tiempo) percibo el desconocimiento del origen de los hechos. Yo regresé a nuestra natal Málaga y tú te quedaste en la Ciudad Luz. (Bien sabes que, aunque oriundo de Santiago de Compostela, desde pequeño me llevaron al Mediterráneo). No sé entonces si quien se distanció fue este soñador empedernido porque, aún no entiendo cómo tomamos las decisiones ni si éstas fueron las adecuadas. Lo que sí tengo claro es que de ahí se dio el inicio de lo nuestro. (Muchos otros comienzan en el encuentro. Nosotros, en la lejanía). Lo que en mí mantiene esta ilusión son tus sueños compartidos. Ah, y los hilos de la red de complicidades con los que hemos construido lo que solamente tú
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