La leyenda de Hormigón

“Se cuenta que hace muchos pero muchos años, habitaba en un lejano nido una hormiga muy pero muy fuerte.

No era un animalito cualquiera; pertenecía al más alto linaje.

Todos sabían que descendía directamente de la gran hormiga.

Su fuerza traspasó las fronteras; de tal suerte que muchos reinos conocían de su habilidad.

Un huevecillo real del nido de las araucarias había sufrido un accidente: el inicio de su maduración se estaba adelantando y no había forma de adecuar los aposentos de la nueva monarca.

La reina saliente, en un bello gesto, ofreció su cámara real para recibir al nuevo ser.

Un grupo de obreritas emisarias acudió a pedir ayuda a Hormigón, quien no se hizo esperar y de inmediato se presentó.

Solamente alguien con su fortaleza y astucia pudo realizar lo que se creía imposible: transportó el huevecillo, a punto de romperse, a través de todo el nido hasta depositarlo con suavidad en la mullida habitación anaranjada.

Transcurrieron apenas unos minutos, cuando nació la nueva reina, a quien llamaron Milagro.

Esta monarca, como se sabe, guió al hormiguero a las tierras prometidas descritas en las crónicas del cielo.

Ese fue el origen de que todas las hormiguitas, en la actualidad, vivan felices y en completa armonía”.

Esta historia, narrada en esta ocasión por nuestra amiga Bere, ha sido transmitida a través del tiempo durante muchísimos años.

Hoy todavía se le reconocen ésta y otras hazañas al príncipe Hormigón, casi todas en relación con la Señora de los milagros.

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