Mundos oníricos


Anoche, en uno de mis sueños azules, soñé que soñaba el cielo.
Era un sitio cálido, con flores y mucha agua y ésta, curiosamente, representaba un color tendiente a una combinación de amarillos y rojos. A propósito, por más que lo busqué, no veía el cromo naranja.

Aún dormido, cuando desperté, en efecto continuaba soñando. Y allí, en ese otro lugar, por cierto también acogedor, estabas tú en forma de mariposa. Entonces volamos ambos por sobre un bosque repleto de abetos y nogales.

Ya no supe cómo fue que me despabilé, de hecho creo que seguía en la ensoñación pues... al no estar en vigilia, pertenecía al imaginario. Ahora entiendo que fabriqué una red de relatos relativos con una narrativa común.

Como vivo en la montaña, lejos de los grupos humanos, sé que sigo adentro de una de mis creaciones; y es que el cielo –siempre el cielo– que se protege del (mal) tiempo y de las tempestades, se me ha presentado en tonalidades oscuras... violáceas.

Sigo, por cierto, volando... contigo.

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