De compras
Ayer fui al mercado a intentar comprar tres kilos de poesía y dos, de cuento. Siempre prefiero este lugar a los grandes almacenes y supermercados porque me gusta mucho regatear y, sobre todo, obtener artículos "casi" de primera mano de quienes los producen. En uno de los puestos de la entrada, encontré muy magullada la mercancía; parecía que había sufrido malos manejos desde el embarque. Se veía muy golpeada (sobre todo la poesía). En el tenderete contiguo era el cuento el que manifestaba ese mismo estado de indefensión. Con el ajetreo de la descarga quedaron olvidadas en el camión la semántica y la sintaxis; la ortografía se veía regada aún en los pasillos; no les había dado tiempo de recogerla. Por acá se veía un guión, más allá, una tilde o una virgulilla inclusive. No es fácil hallar a alguien que venda ambos productos (y de buena calidad), por lo que decidí caminar precisamente a la zona donde están instalados los especialistas. Efectivamente, en tal áre...