La venenera maya


Como buen cazador que era, TuramBal fabricaba su propio material utilitario, como lo son arcos y flechas, así como la cuerda que tensaba a los primeros. Lo que no sabía hacer era el recipiente en el que se transportaba el veneno o sustancia adormecedora que se aplicaba a los punzones.
Debido al avanzado estado de deterioro de la venenera que le heredó su padre, decidió acudir al tianguis semanal que se apostaba en la ciudadela más cercana.
En ese lugar, en donde se mercaba a la intemperie, adquirió mediante varias semillas de cacao un precioso ejemplar de recipiente cerámico que procedió a "curar" de inmediato con extracto de plantas resinosas.
Las pócimas que preparaba TuramBal eran tan efectivas y potentes que, aunque la punta del dardo o flecha apenas rozara a la presa en cuestión, ésta se derrumbaba aturdida bajo los efectos del anestésico.

Todos querían salir de cacería con él, pues, su fama era tal, que se decía que, cuando sus flechas pasaban cerca de algún venado (sin tocarlo siquiera), el cuadrúpedo no daba ni tres pasos antes de caer.

El día en que por primera vez utilizó la nueva venenera, ocurrió un extraño suceso que uno de los cazadores describió como la "visión de la serpiente":

 

"Íbamos todos en grupo ya que todavía no habíamos encontrado a la manada. Al recibir los primeros rayos solares, alcancé a percibir que TuramBal extraía su venenera del yugo-cartuchera que llevaba en la cintura. Entonces tuvimos la aparición de la Señora Wac Tun de Motul (una de las esposas de Pájaro Jaguar IV; recuerdo perfectamente que era ella y no la Señora Jaguar ni la Soberana Gran Cráneo); la dama Wac Tun estaba ricamente vestida y portaba, en una cesta ritual, una cuerda con espinas de maguey y tiras de papel. Frente a ella todos alcanzamos a ver cómo se levantó, de entre otros papeles ensangrentados, Kukulkán —la Gran Serpiente—, de cuyas fauces emergía un personaje que expresaba, con su mano, algún simbolismo ritual que desconozco.
Ninguno teníamos miedo, al contrario, nos sentíamos como ese grupo de elegidos que aparece en la Escritura Sagrada del Consejo".
 

 

Lo cierto es que los cazadores estuvieron desaparecidos por seis días y sus respectivas noches y, cuando se les encontró, parecía que continuaban en trance ritual.
Con el tiempo se supo que la venenera de Turam había sido moldeada por un mago, prestidigitador y artesano que perteneció a la corte del reino y que había sido retirado de su cargo. 

 

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