Agua


Salto a contracorriente sin poder observar el entorno. El caudal es fortísimo, por lo que debo emplear el máximo potencial de mis recursos.
Muchas creencias ancestrales afirman que, en esos puntos, hay unos monstruos enormes que pretenden atrapar a nuestra especie.
Ésa es la respuesta que se ha dado a ciertas desapariciones misteriosas que suceden en estos trayectos. Se les atribuyen a esos seres una serie de poderes que obedecen a sus propias necesidades alimenticias.
Osan comernos, rezan las tradiciones orales, no nada más por la satisfacción hambruna, sino, sobre todo, por una competencia que persiste entre ellos en cuanto a cazar un determinado número de presas. Parece que eso les otorga cierta jerarquía en su clan.
Pero, insisto, son solamente interpretaciones que justifican tal vez la decisión de mejor ir a desovar a otros parajes, distintos a donde se vio la luz por vez primera, siempre en la inmersión del agua. 
Por lo pronto, sigo río arriba. Y es cierto: cada vez son menos los acompañantes que continúan en estos largos desplazamientos. Pero no importa, aunque me quede solo, llegaré.

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