Dormidos


Dicen los que saben de estos menesteres, que cada noche experimentamos la muerte, pues en el acto específico del dormir hay un abandono de la mente al traspasar ésta el umbral del estado de vigilia al de aparente reposo.

El aspecto trágico con que se observa el acontecimiento ha sido producto de la evolución de la especie. Asimismo, la tremenda descomposición vivida en algunos sectores sociales –los cuales precisamente han alcanzado un deterioro extremo– ha generado también otro tipo de sentimientos, o más bien: la ausencia de éstos.

Existen pues, dos escenarios aparentemente encontrados. Por un lado, el duelo por la partida de un ser querido y, por el otro, el goce perverso al provocar la muerte de otro ser.


El Balear era un destacado estudiante de la carrera de ingeniería electromecánica. Casi siempre andaba solo, debido a su muy particular concepto de las relaciones.

La tarde en que murió había quedado de pasar por un libro a la casa de Heriberto, con quien apenas y cruzaba palabra, sólo que era imperativo el consultar todo un capítulo de la pieza bibliográfica.

Al llegar a la casa del condiscípulo, vio afuera a dos individuos que le sonrieron con amabilidad. Y cuando salió el otro con el libro en la mano, ambos fueron amagados por los primeros con un par de pistolas y obligados a subir a un vehículo, el que de inmediato se puso en marcha por un tercer personaje.

En el trayecto, ambos jóvenes fueron golpeados con saña con las cachas de las armas y una cachiporra o tolete que portaban los criminales. A tal grado fueron las agresiones que perdieron el conocimiento.

Con un balde de agua lo recuperaron.

Estaban amarrados a unas sillas con sus rostros hinchados y amoratados.

Un cuarto delincuente apareció, el cual llevaba en sus manos un bat de beisbol y una sierra eléctrica.

–Mira, Heriberto, vas a ver cómo vas a perder la vida. Lo que le haré a tu amiguito posteriormente ocurrirá contigo.


La cosa fue que su padre vendía cierto tipo de bienes y servicios, y sufrió un robo unos diez años atrás.

El hombre que acababa de hacer uso de la palabra fue acusado de dicho delito y por ende apresado.

Lo primero que hizo al salir de la prisión fue efectuar un sangriento y aterrador acto de venganza.


Al día siguiente, cuando fueron descubiertos los cuerpos, o lo que quedó de ellos –junto con el mensaje siniestro en el que el excarcelado notificaba el motivo de su proceder–, las autoridades dieron aviso a los noticieros televisivos y gráficos, y fueron la nota del día.


Los hermanos y padres de Heriberto cambiaron su residencia de inmediato, sin realizar ya ningún tipo de trámite judicial ante la oficina ministerial correspondiente.

Familiares y conocidos del Balear lo lloraron en el entierro y en las misas sucesivas.

Su madre, al ver su cráneo cosido, solamente supo, por la entrecortada voz del hijo mayor, que "tuvieron que practicarle la necropsia porque había muerto dormido".


Publicado en Mayo 7/2011

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