Reflexión matutina 20201009


Un buen día decidieron vivir.

A partir del agua y de combinaciones producidas por choques eléctricos, así como con la presencia de otro tipo de sustancias con contenidos específicos, los primeros microorganismos tuvieron a bien existir.

Se sabe que eran de medidas ínfimas y que, al paso de los años (millones y millones), fueron evolucionando a otras formas de vida más complejas y, sobre todo, autónomas y de mayores dimensiones.

Primero se generaron diversas especies de algas unicelulares, capaces de realizar la fotosíntesis y expulsar oxígeno.

Este nuevo elemento en la atmósfera propició los llamados núcleos diferenciados y, varios millones de años después, se daría el desarrollo de seres capaces de intercambiar información genética entre sí, a través de la reproducción sexual.

La inteligencia creativa, que tiene relativamente poco tiempo de su aparición (unos 2.5 millones de años), ha ido descubriendo todo lo hasta aquí expuesto.


Pues bien, resulta que hoy, 3500 millones de años después de su primera aparición, dichos "viejos" microorganismos, mutados y muy reforzados, han regresado con una presencia inaudita e inverosímil en el entorno.

Las especies mayores carecen de información (de todo tipo) para enfrentar una de las mayores crisis vivenciales.

Las formas organizativas, en su absurda arrogancia, no entienden absolutamente nada de nada y, todo parece indicar, que están conduciendo de forma acelerada a una inminente extinción...


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