Jaque mate


Cargaba una enorme pieza de ajedrez. Todo parece indicar que dicha escultura era objeto de culto (como algunas imágenes religiosas que los feligreses llevan a bendecir durante los oficios religiosos). La manera de portarla impedía el saber de qué figura se trataba.


Lo cierto es que, para llegar a su destino, caminó toda una tarde por las calles de la violenta urbe.


Llegó a las afueras de un establecimiento y esperó pacientemente. Cuando supo qué hacer, no le tomó mucho tiempo. El golpe fue seco, directo al cráneo de la víctima, quien perdió la vida en el acto.


No huyó. Permaneció junto a los dos objetos: el cadáver y la ensangrentada forma lúdica que fungió como arma. Al retirarle la sangre se descubrió que era una reina blanca.


El asesino, quien resultó ser una mujer, de nombre Blanca A. Pérez Aldama, murió en reclusión (y es que fue condenada a cadena perpetua).


Una parte del enigma lo resolvió un lingüista al esculpir su lápida con el nombre al final: Armengol P. Aldama Blanca.


Se dice que aún hay varias piezas deambulando en el tablero del juego de la vida...


escrito en 2011


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