Elegía a Chema Lozano

Caminamos todos cada vez más cerca de suelos movedizos.

Es natural pues vamos avanzando en edad y en achaques propios de la vida (buena o mala) que hemos llevado.

Escribí apenas hace unos cuantos meses que será situación común que en cada ciclo anual nuestra fotografía generacional aparente la falta de alguien de nosotros(as)...

Y también comenté en esa ocasión que deberemos aplicar todo nuestro conocimiento (toda la ciencia y técnica adquiridas a lo largo de los años) para que no logre borrarse del todo la o el compañero que pretenda ausentarse.

Pues bien: hoy es uno de esos días en que debemos abrir el baúl de los recuerdos y extraer de él todas las herramientas necesarias para armar, por ejemplo (se me ocurre): una bonita maqueta de la vida, con cimientos de amor, muros y columnas de compañerismo y trabes y losas de sensibilidad, para habitarla juntos uno o dos días en la medida de nuestra escala y de nuestra métrica.

Que la construyamos con entrega, precisamente como *UNA ENTREGA* de ésas que todos sabemos hacer. Así podemos conjuntar la energía y el cariño para comunicarnos por última vez con quien apenas acaba de partir.

Algunos le decían Pepe; otros, Fiallitos, tal vez José María y, otros más, Chema.

Yo, por ejemplo, me encontraba con él y su sonrisa (y, en efecto, su pesada maleta que siempre cargaba) por los pasillos del campus universitario.

Ya fuera saliendo-entrando al aula o con el taquero de canasta...

... o comentando este libro o aquél...


... algunos te decían Pepe; otros, Fiallitos, tal vez José María y, otros más, Chema.


Querido Chema

Hoy aquí, todos te decimos:


Buen viaje, querido amigo


Ya nos encontraremos en la Ciudad Universitaria de la otra dimensión.


2021/Febrero/27

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