Geología y arqueología de mi vida

Manifiesto 2020.05.22.22:52–


Las primeras excavaciones, que fueron superficiales, encontraron los primeros vestigios. Es sabido que tiempo atrás se desarrollaron varios trabajos geoloarqueológicos en torno a mis orígenes.

Nativos oriundos del barrio en que nací me han contado un sinfín de agradables  historias que no hacen sino confirmar mi ascendencia totonaca.

Tal vez soy una especie de Xipe-Tótec frustrado; claro, más del lado del ciclo de la fertilidad que del macabro ritual epidérmico.

Por lo que respecta a lo acontecido hace varios millones de años, las glaciaciones no pudieron borrar la cercanía que tuve con los trilobites en el reino animal; pero, sobre todo, con los ammonites (por su naturaleza geométrica). Y hablando de diseño, alguna parte de mí participó del nacimiento de los primitivos helechos.

Asimismo, y ya con más proximidad en la línea del tiempo, he tenido, por lo menos, dos ascendientes de trascendencia: uno estuvo muy cerca de las luchas liberales del siglo XIX; el otro, a principios del XX, peleó por la reivindicación campesina de la tenencia de la tierra.

Pertenezco pues a la psicogeografía del Sur. Traigo sangre mestiza, más nativa que peninsular.

Hoy me entiendo más.

Soy barro y maíz; también poseo la fuerza ancestral de todos los cambios climáticos. Sobreviviré y transmitiré a mi descendencia toda la magnificencia (y sobre todo: la resistencia) adquirida a lo largo del proceso evolutivo.


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