Este inicio anual se rodea por todos lados de esperanza. Mas ésta sólo podrá convertirse en realidad cuando quien la desea, trabaje para encontrar el bienestar. Así, ahora me embarga la emoción al recolectar semillas que podré utilizar en terreno fértil. Claro, construyo un jardín más acá de la imaginación y me siento muy contento al tratar de establecer una conexión con la tierra nuestra. Ronda, por cierto (y como casi siempre), la imperiosa necesidad de ahuyentar la palabra hueca: la que nada aporta y que, por desgracia, tiende a invadir el entorno. La moderna agricultura se confunde con la antigua arquitectura: me refiero, sobre todo, a la búsqueda inminente de la naturación vertical. La necesidad de la fertilidad me remonta a ortodoxas prácticas ancestrales mesoamericanas (no tan halagüeñas). Por fortuna, trato de seguir un hilo cultural entremezclado y... recuerdo (o quiero recordar) que estamos en temporada de fresas y frambuesas: es el tiempo irrestricto de la bonanza. Soy hombr...