Seducción fosilizada
Busqué en los tres armarios del olvido
y no encontré las viejas emociones
ni el vino derramado en ilusiones
ni ramas que forjaron nuestro nido.
Hurgué sin revolver el contenido
–recurso de recientes rebeliones–
y al ver dos angustiados corazones
quedé petrificado y sorprendido.
La noche se detuvo en el entorno
secó palpitaciones y deseo
el canto decidió sutil retorno.
No más –finalizó el revoloteo–
se fue el barroco y su precioso adorno
tristeza es continuar sin escarceo.
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