El verbo ser
Mis sienes entrecanas sienten tus yemas suaves y cálidas.
Acepto gustoso la invitación a reposar en tu regazo.
Ha sido y es una vez más el encuentro, ya no anhelado, sino extasiado.
Cuido tu cuerpo y busco apoyo en la cama: mis brazos y piernas te tocan, pero su peso no recae en ti. Tengo cierta pericia.
Deseo de repente introducir dos dedos en tu boca y lo hago.
Podría significar un reinicio, mas no; ambos nos sabemos degustados en plenitud.
Afuera, la luna nos trastoca con su atractiva sonrisa.
Adentro, no sé si de a poco, vamos entendiendo los nuevos significantes como, por ejemplo, el de la compañía (como tal), que no soledad compartida o... la confianza (con la paz que otorga).
Y así seguir buscando hasta llegar al verbo ser: el que ES y debe ser en todo su ESplendor.
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