Sonrisa –realidad– de diosa terrenal
Te remueves el mechón de cabello que en ocasiones pretende obstruir la visión.
Las piedras en inmovilidad aparente representan una continuidad histórica...
El paso del tiempo erosionó en cierto grado las pictografías y los matices originales de los recubrimientos.
Tu mirada, sin embargo, tiene la habilidad de dirigir la expedición por mil y un recovecos que describen civilizaciones ancestrales...
Te abrazas entonces a los pilares pétreos cual si fueran las mismísimas deidades antiguas.
Kukulkán, así como los entes mitológicos griegos y los frailes franciscanos se han fundido en tu andar inquieto y... ávido de re lecturas y re sentimientos.
Tu vida renace al redescubrir la arquitectura y al redescubrirte tú en esos arcos, tanto de medio punto como acartelados, la herencia de dos importantísimas culturas que inundaron un gran número de ciudades con esas formas revolucionarias en su tiempo.
La tierra que pisas conjuga una línea del tiempo (y del espacio) cuasi mística.
Y es entonces cuando sonríes.
Es el momento de tu encuentro interno: de tu profunda reflexión y de saber, por fin, que la iluminación solar impregna no sólo la piel de las edificaciones sino tu propia epidermis real (en muchas acepciones).
Por eso tú y sólo tú sabes el significado de tu sonrisa.
Y yo... sólo concibo describir y experimentar el siguiente reto literario:
El más audaz e irreverente escrito
primero liderado por cantores
trabaja en definir baile y colores
los mismos que sostienen al suscrito.
Antier ya fantaseaba despacito
por brechas recorridas con las flores
principios de bonanza –buscadores–
en dama que me incita a dar un grito.
Pecar va siendo entonces necesario
en odas con barcazas encantadas
piratas bajo el mando de un corsario.
En treinta vueltas que ofertaron hadas
querencias de un amigo milenario
en selvas del manglar ilusionadas.
Así, después de este soneto audaz e irreverente, vuelvo a mirar tu mirada, la misma que se confunde con la de las diosas ancestrales: con Clío, la musa que habitaba en el templo Museion de Alejandría, y con la dama inspiradora del dios maya descendente de Tulúm, la que caminaba en el sacbé entre inciensos y copal.
Ahora creo entender la etimología 'real' de las grecas mayas...
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