Cae la hoja
El último soporte que fijaba el tallito a la rama, fue desprendido por una ligera brisa matutina.
La hoja tiende a caer y, al desplazarse, describe en principio una especie de círculo a manera de juego de atracción.
Pareciera que retornara al mismo punto en que, una vez liberada, comenzara la curva ascendente; pero no, en realidad regresó un poco más adelante, y en ese lugar fue en donde reinició el descenso caprichoso mediante un vaivén rítmico, propiciado por el viento conjuntamente con la atrayente fuerza de gravedad.
Hubo un momento en el que se formó una especie de hélice u oblea motorizada que giraba largamente sobre su propio eje.
El lapso de dichas piruetas demoró un poco más de lo que se lleva el esbozar un suspiro.
El área de destino ya estaba repleta de especímenes similares, otrora pertenecientes a los robustos representantes de la flora milenaria.
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