Ave necia



Amante –para ti: desconocido–
mi cuerpo se encariña a la distancia
la misma que requiere concordancia
al tiempo pero más a un nuevo nido.

Renazco y solicito tu latido
exactamente al pie de tu elegancia
las veces que cruzamos la fragancia
evocan claridad y un grito henchido.

Debemos aprenderle al mar violento
uniones de apariencia clandestina
¿temores de volar en este viento?

Agrestes necedades –me fascina–
tan fuertes como el buen conocimiento
osadas de color aguamarina.


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Ave necia 2

Amar en este otoño tu cintura
la misma que proviene del ropaje
orugas son tus piernas de coraje
sí –bellas– de mujer –ave madura–.

Carísima es –lo sé– la luz futura
ajena de este mundo y su pillaje
por eso al recorrer tu maquillaje
asiento con mis labios tu pintura.

Recuerdo mis andares veraniegos
a veces con la luz de los cocuyos
la acrópolis –instantes palaciegos–.

Al necio (que soy yo a los ojos tuyos:
clasistas –como los antiguos griegos–):
peligran con tu boca mis orgullos.



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