Saber pescar
La pesca es una antiquísima actividad efectuada por todas las civilizaciones del orbe.
En la actualidad, mientras su práctica no participe directamente en la subsistencia de quien o quienes la ejercen, se puede considerar como deporte, pasatiempo o suceso recreativo.
Hace algún tiempo existió alguien que realmente sabía pescar.
Esa persona realizaba todos los preparativos pertinentes a dicha actividad, como lo son las selecciones de anzuelos y carnadas, así como la revisión de cañas y carretes o enrollamiento de cordeles antes enredados, en su caso; también se ocupaba de la verificación del correcto deslizamiento de los plomos así como de la elección del lugar en donde habría de transcurrir las siguientes horas de su vida.
A ese señor, que disfrutaba con plenitud todos y cada una de los trabajos mencionados, le gustaba compartir las emociones por lo que, con frecuencia, invitaba a algún familiar o amigo a que lo acompañara en la fascinante aventura de "un día de pesca", el cual ese personaje lo convertía en todo un acontecimiento y, en éste, la obtención o no de las presas otrora acuáticas era por demás intrascendente.
Aunque el 'western' no sea el género literario más académico, de él aprendí el hábito de la lectura de las novelitas vaqueras, así como la dedicación total en cuanto a la ejecución de una difícil tarea, como lo es, por sólo exponer un ejemplo, el saber desenredar los cordeles en pleno sitio de trabajo-diversión. Había que terminar lo iniciado. No podía quedarse a medias, porque entonces se habría suspendido toda la posible actividad pesquera.
Ese señor, en suma, poseía la máxima de las sabidurías que se requiere en estos menesteres y que, en una sola palabra, se traduce como: PACIENCIA.
Ese señor, a quien yo conocí y que realmente sabía pescar, era todo un señor.
Ese señor era mi padre, quien murió en 1980, y aquí le hago un homenaje.
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Se lo debe estar leyendo a los Ángeles con una amplia sonrisa de orgullo. QPD. Bellas letras para homenajear.
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